viernes, 7 de mayo de 2010

La Historia

VICENTE BLANCO "EL COJO"


100 AÑOS DE SU PARTICIPACION EN EL TOUR DE FRANCIA 1910-2010.

Por todos es bien sabido que las personas, las gestas y las vidas no desaparecen, no mueren, no caen en el olvido si alguien las mantiene vivas en su recuerdo. Este es nuestro objetivo, recordar a Vicente Blanco “El Cojo”, la primera figura con que el ciclismo vasco se dio a conocer al mundo a principios del siglo XX, siendo el primero en participar en el Tour y ganando dos veces el Campeonato de España.





Vicente Blanco nació en Deusto en 1884, en un entorno humilde. Hijo de marinero, pronto empezó a trabajar en un barco como palero en la sala de máquinas. Paleando carbón y aguantando condiciones extremas de calor se adaptó al sufrimiento y se forjó un físico duro. 


Al desembarcar en puertos extranjeros se deslumbraba al ver las primeras bicicletas y no perdía la oportunidad de alquilar una siempre que le era posible. De regreso al barco, Vicente volvía a la sala de máquinas. Rodeado de carbón y agua sucia, paleando sin descanso, su mente empezaba a navegar imaginándose subido en una flamante bicicleta, soñando en convertirse en un campeón del ciclismo.







Buscando un futuro más prospero  encontró trabajo en tierra firme, empleándose en la industria del hierro, donde mas que prosperidad halló calamidad al sufrir dos accidentes. Primero se dañó los tendones del pie izquierdo entre dos engranajes  y más tarde,  una barra de hierro candente le atravesó el pie derecho dejándole cojo.  Lesión que le aportó el sobrenombre  de “El Cojo”.



 El fatal suceso le apartó de la metalurgia y comenzó a trabajar en la ría de Bilbao como botero. Cruzando gente de una orilla a otra consiguió ahorrar algo de dinero  y comprar  su primera bicicleta a unas pobres traperas. Era una bicicleta  vieja, pesada y llena de óxido que restauró con esmero. La  desmontó pieza a  pieza, la arregló  y le sustituyó los  neumáticos carcomidos por dos pedazos de cuerda gruesa que encajaban perfectamente  en las viejas llantas.


Vicente Blanco “El Cojo” tenía su bicicleta preparada para poder entrenar y convencido de sus posibilidades se presentó con ella delante de la mismísima Federación Atlética Vizcaína, expresando su deseo de  ser campeón de ciclismo, ambición que sorprendió a todos los presentes al ver la modesta figura de aquel cojo aspirante a ciclista con esa especie de bicicleta destartalada. La osadía del Cojo solo podía ser obra de un valiente y convenció a la entidad de que  merecía una oportunidad, por lo cual fue invitado a participar en las próximas carreras ciclista y pedestre que se iban a celebrar en la céntrica Plaza Elíptica de Bilbao.


En la primera carrera iba a ser difícil que tuviese éxito con aquella bicicleta que era el hazme reír de todos los espectadores. Aquello no era competir en igualdad de condiciones y pronto vio como sus adversarios le dejaban atrás. No fue así en la carrera pedestre en la que, a pesar de su notable cojera, Vicente logró entrar segundo, cambiando esas primeras carcajadas del público por una sincera y sentida ovación.

El Cojo no se rindió, no iba abandonar el sueño de su vida, el sueño de ser ciclista a las primeras de cambio, no tenía miedo al fracaso, confiaba en sí mismo y si le prestaban una buena bicicleta no dudaría en intentarlo de nuevo.

El anuncio  de la próxima carrera que se iba a celebrar en Vitoria y  la negativa de  muchos ciclistas a participar en ella por la peligrosidad de la pista, le animaron a buscar una bicicleta competitiva y si la conseguía, obtener una nueva oportunidad para intentar demostrar su talento encima de las dos ruedas.


El Cojo logró su propósito, consiguió que le prestaran una bicicleta que nada tenía que ver con la suya y quedó tercero en la carrera celebrada en la pista del Paseo Florida de Vitoria. Para el Cojo fue algo más que un tercer puesto, se ganó el respeto entre los ciclistas de primera fila, demostró su fuerza de voluntad y su espíritu de sacrificio y fue admitido como socio en la Federación Atlética Vizcaína.


En 1906  participó en los 100 kilómetros del Campeonato de Vizcaya quedando en cuarto lugar. A pesar de cruzar la meta lejos de los primeros  demostró estar bien entrenado. Pronto  empezó a ganar carreras de poca relevancia, pequeños triunfos sucesivos que despertaron  el interés del fabricante de bicicletas Armor, que le obsequió con  una excelente máquina.  El Cojo al ver  su nueva bicicleta exclamó, “¡con ésta tiene que ser!”. Confiaba en ella para convertir sus pequeños éxitos en una gran victoria y con ella entrenaba esperando su nueva oportunidad. Ocasión  que le llego cuando la Federación Atlética Vizcaína le costeó su  participación  en el G.P. de España de fondo de 1908, que se celebraría en Gijón el 31 de Mayo pero el mal tiempo y las reparaciones de la carretera hicieron que se retrasase hasta el 5 de Junio. El Cojo pedaleó desde Bilbao  hasta la capital Asturiana, donde estuvo a punto de no poder tomar la salida debido a la indisposición que le produjo el atracón de chuletas que se había dado el día anterior, pensando que, comiendo tal cantidad,  se pondría mucho más fuerte. Fueron 100 kilómetros muy disputados, en los que tuvo que hacer esfuerzos formidables para mantenerse en carrera, superar su mal de vientre y sobreponerse a una caída producida a 30 kilómetros de meta. El Cojo venció a todos sus rivales en un final emocionante,  desfalleciéndose  tras cruzar la meta en primer lugar  con  pocos metros de ventaja sobre el segundo clasificado Esteban Espinosa. Vicente Blanco ganó el título de campeón de España y las quinientas pesetas del primer premio, pero lo importante para él era el título de campeón.


La crítica justificaba el triunfo del Cojo por las desgracias ocurridas a sus contrincantes y a la ausencia del anterior campeón José Luis Amunategui, sancionado por la Unión Velocipédica Española.
 Lejos de caer en el desánimo, entrenó para demostrar que su victoria no había sido fruto de la casualidad.


Entrados ya en el 1909, el Cojo volvió a demostrar su buen estado de forma en la importante  carrera de la época Madrid-Toledo-Madrid de 131 kilómetros. Después de sufrir una caída en la salida y varios pinchazos cruzó la meta en segundo lugar, a dos minutos del primero, ganándose una gran ovación del público,  250 pesetas, un reloj de oro y una pluma de plata.


La carrera le sirvió para preparar la gran cita de la temporada, el G.P. de España de fondo a celebrar en Valencia. El objetivo de Vicente Blanco era renovar su título de campeón, ganar a los mejores ciclistas nacionales del momento y demostrar que el campeonato de España  del año anterior lo había ganado por méritos propios.


Tomaron la salida 21 ciclistas dispuestos a recorrer los 100 kilómetros que les separaban de la gloria, 100 kilómetros bajo la lluvia, sobre un piso infernal donde Vicente Blanco demostró ser el mejor preparado. El Cojo tardó cuatro horas y un minuto en recorrer la distancia, treinta y cuatro minutos menos que el segundo clasificado. Un triunfo aplastante que no dejaba lugar a dudas. Vicente Blanco “El Cojo” ganó el título de campeón de España por  segunda vez consecutiva, título que justificaba todos sus esfuerzos y hacía realidad su sueño, convirtiéndose en un ciclista reconocido, en un ciclista campeón.


Bilbao entero se volcó para recibir a su campeón. La directiva de la Federación Atlética Vizcaína salió a su encuentro, organizó la comitiva con el Cojo al frente y recorrió todo Bilbao lentamente  recibiendo calurosos aplausos y el cariño de todo el pueblo.


Siguiendo su excelente estado de forma, ganó destacado la Irún-Pamplona-Irún, prueba de carácter internacional, victoria que alentó su sueño de participar en el Tour de Francia de 1910 y que hasta  entonces ningún ciclista vasco lo había intentado.


Los ciclistas  de nuestro país vecino, hablaban de la octava edición del tour de Francia, una carrera de 4734 kilómetros divididos en 15 etapas. Saldría el 3 de julio de 1910 desde París, recorriendo las principales ciudades de Francia y atravesando por primera vez los Pirineos de mar a mar en dos etapas: Perpiñan-Luchon (con los puertos de Port, Aspet y Ars) y la impresionante Luchon-Bayona (Peyresourde, Aspin, Tourmalet, Soulor y Aubisque). Una cuarta parte de los inscritos se retiró al saber el recorrido. Los comentarios no eran muy alentadores, pero no intimidaron  al Cojo, ciclista con una capacidad de sufrimiento tal que le diferenciaba del resto del pelotón.


Vicente Blanco revisó su bicicleta, preparó la alforja con la poca comida que pudo cargar y metió en su talega la carta de presentación que su amigo Manuel Aranaz había redactado para entregar a Desgrange, organizador de la prueba y se lanzó a la aventura de recorrer la distancia entre Bilbao y París sobre dos ruedas con la esperanza de llegar a tiempo para tomar la salida en la primera etapa de la prueba francesa, donde había dos categorías, una para los ciclistas que competían en equipos profesionales y disfrutaban de la ayuda de mecánicos y masajistas al final de las etapas, y la otra para los “isolés”, popularmente conocidos como desheredados, que salían solos a la aventura y debían buscarse la vida para comer, alojarse y repararse la bicicleta.


Los 1000 kilómetros de carreteras polvorientas, llenas de socavones y  la falta de comida no se lo pusieron fácil al Cojo, que llegó a la capital francesa el 2 de julio de 1910, un día antes de que empezara el Tour, con la bicicleta destrozada y totalmente extenuado. Sin tiempo para descansar contactó con Joaquín Rubio, un mecánico español que trabajaba en la prestigiosa fabrica de bicicletas Alcyon, el cual le proporcionó una máquina nueva y le acompañó a la sede del diario organizador, L’Auto, para formalizar la inscripción y recoger su dorsal, el 155 de los corredores “isolés”. Después cenó y descansó lo que pudo para reponer las fuerzas perdidas. Al día siguiente se levanto débil, pero allí estaba el Cojo, rodeado de los ciclistas más prestigiosos de Europa: Lapize, Faber, Cruppelandt y de otro gran “isolé”, José María Javierre, que sin llegar a conocerse, la historia les ha unido para siempre al debatirse en la actualidad cuál de ellos fue  el primer español en participar en el Tour, honor que ninguno de los dos perseguía. José María Javierre nació en Jaca. A los cuatro años de edad tras la muerte de su padre emigró con su familia a Francia, convirtiéndose en Joseph Habierre. Allí se formó como ciclista, se sentía francés y como francés se inscribió en el Tour de 1909 y 1910. Pero seguía siendo español hasta que 1915 consiguió la nacionalidad francesa.




Eran un total de 110 “gigantes de la ruta” esperando ver bajar el banderín amarillo, que daba la salida a la octava edición del Tour de Francia. Comenzó la carrera y los ciclistas salieron disparados.  La primera etapa París-Roubabaix de 272 kilómetros, la gano Faber. Vicente Blanco, tan castigado por el viaje desde Bilbao, no pudo con la dureza de los estrechos  tramos de pavés, el polvo, la arena, el barro y las numerosas  caídas en las que se vio implicado,  conjunto de circunstancias adversas que le hicieron  llegar  fuera de control.




Su participación en el gran bucle no fue gloriosa, pero sin darse cuenta la gloria ya la había alcanzado al tener la valentía de  coger su bicicleta y pedalada a pedalada, kilómetro a kilómetro, cubrir la distancia que separaba su Bilbao natal de París y tomar la salida en el Tour. Gesta épica que forma parte de los anales  de nuestro ciclismo.

Después de las 15 etapas vibrantes, 41 sobrevivientes llegaron a París. Ganó Lapize por delante de Faber  y  Garrigou, e hizo historia dejando la primera hazaña ciclista en  los Pirineos y el grito de “¡asesinos!” que aun resuena en la cima del Aubisque.




El Cojo nunca más volvería al Tour, pero si a correr vueltas por etapas. El 8 enero de 1911 después de tres etapas con  frío intenso, lluvia y una carretera en pésimo estado, logró el tercer puesto en la primera edición de la Volta a Catalunya y siguió disputando carreras, entregado al esfuerzo y siempre luchando por los primeros puestos, hasta 1913, año en el que se retiró con la satisfacción del sueño cumplido.




El resto de su vida la pasó dedicado a su trabajo como transportista y a su familia, su mujer Amalia y sus hijastros Juanito y Paquita. Vicente Blanco “El Cojo”, enfermó de próstata, y murió a los 73 años de edad, el 24 de Mayo de 1957.




Como escribió  Miguel Artamán “El paso de los ciclistas en pelotón por una población es cosa de un minuto, pero su estela es infinita”.





El próximo 17 de Mayo en memoria  de Vicente Blanco, realizaremos el  mismo recorrido entre Bilbao y París 100 años después de su participación en el Tour de Francia de 1910. Saldremos en bicicleta desde el Ayuntamiento de Bilbao con destino a la sede del periódico L’Equipe en Paris, donde entregaremos la historia de este ilustre deportista, recordando que por muy duro que sea el camino hacia un sueño, con esfuerzo, constancia  y valentía se puede conseguir. “Que su estela sea infinita”.

Bibliografía.
“El Cojo”Campeón, Manuel Aranaz Castellanos, El Cuento Semanal, Madrid
1911.
Crónicas de Bilbao y de Vizcaya, Imanol Villa, El Correo, Bilbao 2004.
100 Años de Tour, Un Ciclista con Garra José Antonio Díaz, El Mundo.es, Madrid 2003.
Plomo en los Bolsillos, Ander Izaguirre, Pearson, Madrid 2005.

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